Este año nos aventuramos a irnos unos días de vacaciones sin la seguridad que ofrece la cocina de un apartamento.
Las condiciones de semejante aventura: encontrar un hotel con habitación cuádruple, con cocina sin gluten para las cenas, y fuera de núcleo urbano.
Y encontramos el H.R. La Figar, en la “Comarca de la Sidra”, en Asturias. Un auténtico descubrimiento.
Es un hotel de los más agradable, muy cuidado (quizás, para mi gusto, demasiado ornamentado), con un trato exquisito.
En todo momento se preocuparon por la dieta sin gluten, y nos preguntaron por las preferencias del desayuno. Ofrecen yogures y mermeladas caseras aptos, zumos naturales, café de puchero, Nesquik. Y siempre tienen detalles de esos que te llenan. Si sacaban una mini hamburguesa para completar el desayuno, traían otra con el pan sin gluten en un plato diferente, si era un aperitivo de tortilla de patata, nos decían que era sin gluten, y si eran unas filloas con gluten, se disculpaban por no tener algo alternativo. Lo dicho, detalles, y más detalles.
La carta de cenas, aunque no muy amplia, es de una calidad muy buena. Tienen gallinas y un huerto, que proveen a la cocina de productos de calidad. La cocina es sencilla (sopas, cremas, huevos fritos, verduras a la plancha, revueltos,…). Pero rica y casera. Y fuera de carta siempre tenían algún plato del día (calabacín relleno, crema de gambas, lomo con manzanas asadas), que te dejaba ese margen de sorpresa, para no tener que elegir sobre lo mismo.
Y todo en un ambiente muy familiar, muy cercano, en un comedor pequeño con no demasiadas mesas, donde te das las buenas noches cuando entras porque terminas formando parte de él.
En definitiva, es un sitio de esos en los que, cuando cierras el maletero ya con el equipaje dentro, y arrancas el coche, estás deseando volver.
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