Me he dado cuenta de que el que es celiaco o convive con alguno, tiene un lenguaje propio. Hay frases que dichas en una conversación donde no hay celiacos pueden provocar como mínimo, cara rara. Alguna directamente suena a chiste fuera de contexto.
Si no lo creéis, aquí tenéis una muestra:
1.Me han invitado a una boda, y es de tarde. Así que voy a merendar fuerte.
¿Estamos de broma? La primera vez que leí algo así, me di cuenta de que el mundo social adulto es bastante más complicado que el infantil. Afortunadamente, no pasa en todas.
2. Ese es el rincón donde puedes comer.
Dile algo así a un recién llegado a un grupo. Ahí, a tu rincón. ¿Discriminado? Nooo, que va. Un celiaco, sin embargo, da palmas de alegría. Es su rincón. Y de nadie más.
3. ¿Has probado el sorgo?
Desde luego, si alguien pregunta algo así en una primera cita, es para plantearse tener una segunda. Claro, si no hay un celiaco de por medio. En ese caso, el sorgo irá después de la polenta, la quinoa o el amaranto. Sí, así de raritas son nuestras conversaciones.
4. Esta tarde hay picoteo en casa de amigos. Voy a ir preparando mi tupper.
Una segunda versión. Por si no te apetecía merendar fuerte.
5. Menudos alveolos tiene esa miga.
Sencillamente, suena a otra cosa.
6. De tanto insistir, he conseguido que el bar me traiga cerveza.
Me imagino esta conversación en el bar en cuestión, y un tercero que pasaba por allí, poniendo la oreja. Pensaría que menuda clientela anda suelta.
7. Que restaurante tan bueno. Tenía hasta calamares y croquetas.
Por si no tenía suficiente el de la conversación anterior. No sólo tiene cerveza el bar. También calamares y croquetas. Claro, que cuando añades un sin gluten la cosa cambia.
8. Esta heladería es un paraíso. Tiene helados de cucurucho.
Porque los de tarrina son buenos. Pero es que si encima tiene de cucurucho, lo publicas en twitter y en facebook.
9. Deja hueco en la maleta, que todavía tengo que meter el pan.
Y lo bueno es que el hueco que dejas en la maleta, seguro que lo ocupa algún souvenir de vuelta, sin gluten, que encuentres en el destino al que vayas.
10. ¡Cuidado!, ¡ponlo más lejos!, ¡ahí no!, cuando ves acercarse una panera a la mesa sin destino fijo o un paquete de harina fuera de sitio.
Posiblemente, esta sea la que más caras de susto ha provocado en anfitriones poco habituados o camareros despistados.
Sí, definitivamente, la dieta sin gluten cambia algo más que la alimentación.
¡Cuidado con las migas! 
…o el papá de dos celiacos. 😉
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Celiacos de pensamiento, en ese caso. O al menos, en el mío 🙂
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